Lucía Vargas vive en un barrio humilde de zona norte. En diálogo con El Bonaerense, expresó: "Acá no se tira nada. Lo que sobra lo donamos".

Se aproxima Semana Santa y las familias argentinas se preparan para celebrar las Pascuas. Pero, desde hace varios años atrás que los chocolates y los huevos de pascuas están por las nubes y se dificulta la adquisición de los productos.

Actualmente, tal y como figuran en las góndolas, estos comestibles, de marca, rondan los $2500 y $3000 en cualquier supermercado o hipermercado de la zona norte del conurbano bonaerense.

Sin embargo, también están aquellos vecinos quienes entienden que todos tienen derecho a disfrutar de un chocolate en familia, por lo que ellos mismos deciden fabricar huevos de pascuas y vencerlos a precios accesibles para todos.

Este es el caso de Lucía Vargas, vecina 9 de Julio del partido de San Martín. La mujer es docente de una escuela primaria, pero tiene cierta pasión por la pastelería, lo que la llevó a cocinar los chocolates para esta festividad.

"A mí no me parece que esté bien que una empresa extranjera tenga que venir a mi país y decirme si puedo comer un huevo de pascuas o no", aseguró Lucía en diálogo con El Bonaerense, respecto al valor que le ponen las empresas al producto.

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"No hay necesidad de que cobres un huevo de pascua a tres mil o cuatro mil pesos cuando hay millones de personas que lo van a comprar", indicó Vargas.

Es por ello que la mujer de 50 años años, desde hace un tiempo que fabrica chocolates para que sus vecinos puedan comer durante las Pascuas. "Más que nada, lo hago porque me gusta que todos puedan comer", comentó.

"El huevo más caro que vendo está ochocientos pesos. Pasa que ahora aumentó todo. La Leche resultó ser lo más caro para la fabricación de estos productos", afirmó Lucía.

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"Hoy la leche, en cualquier despensa de barrio, está más de ciento cincuenta pesos la caja. Y yo, para hacer huevos de pascuas para los vecinos necesito un montón. Tampoco el país ayuda mucho", manifestó la mujer.

Lucía comenzó con esta actividad en el 2021, durante el segundo año de pandemia. Pero dejó en claro que nunca llegó a vender todos los chocolates, pero que, lo que sobra, ella lo dona a comedores de San Martín.

"Mirá, acá en San Martín hay un montón de comedores y merenderos. Yo suelo juntar todo lo que me sobró, ya sean ingredientes o chocolates ya listos y separo en partes iguales para dos o tres comedores", confesó Lucía.

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"En casa somos así. Conscientes del lugar en donde vivimos y los vecinos que tenemos al lado. Si podemos hacer algo para colaborar y sacar una sonrisa, bienvenido sea", cerró Vargas.