29/11/2022
En diciembre del año pasado la vida de Camila y su familia cambió para siempre cuando Pablito, un pichón de cotorra que había caído del nido junto a sus hermanos durante un temporal, llegó a agrandar la familia.
Los encontramos en la Plaza Muñiz de San Miguel luego de un temporal, cuenta Camila quien, junto a su marido, decidió hacerse cargo de Pablito y sus hermanos, y agrega: Los hermanos estaban bastante golpeados y fueron falleciendo.
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Pero Pablito, contra todo pronóstico, se recuperó. Aunque una de sus patas estaba comprometida, el ave pudo aprender a volar con el paso de los días.
Nos turnábamos para darle de comer y nuestro gato Puchi siempre estaba presente, dice la vecina de San Miguel, y continúa: Él no se perdía ni un momento con Pablo, le encantaba estar presente.
Al crecer en cautiverio, Pablito no iba a poder adaptarse nunca a vivir en el exterior pero, sin embargo, Camila y su familia decidieron no cortarle las alas para que pueda volar al menos dentro de la casa. Además tenemos gatos que conviven bien con él pero es mejor que él pueda escaparse ante cualquier situación, explica.
Pero todo cambió el 18 de noviembre cuando, aburrido de estar en su jaula, la cotorra logró escapar y levantar vuelo. Fue entonces cuando la preocupación invadió a su familia.
El jamás había volado en exterior, por lo tanto no sabia como se ve su casa desde los aires. Pasamos toda la noche esperando su regreso, sabíamos que era casi imposible que sobreviva en la naturaleza. Cuando madrugó toda la familia salió a ver si lo localizamos pero nada, cuenta Camila.
Su suegro fue quien empezó la búsqueda por la ribera del Arroyo Los Berros sin perder la esperanza de encontrarlo pero, increíblemente, no fue ningún humano quien divisó a Pablito.
Puchi el gato tenía una relación especial con el ave y fue quien lo encontró en un arbol. Mi suegro notó que Puchi estaba custodiando un árbol mientras miraba sus hojas y, al acercarse, Pablito le gritó. Lo había encontrado nuestro gato y espero a que lo encontraran, dice la dueña del ave.
Pero Pablo estaba en el árbol más alto del arroyo y no sabía cómo bajar. Al verlos voló muy alto y logró bajar a un árbol más cercano. No sabía bajar del árbol, le costaba bastante aferrarse a las ramas, intercalaba entre picotazos y aleteos, recuerda Camila.
Finalmente fue ella quien, en medio de la desesperación de no ver más a su amigo, se trepó al árbol y lo rescató.
La historia de Pablito tuvo un final feliz, ahora está seguro en su casa junto a toda su familia. Es más que un animal para nosotros, es parte de nuestra familia. Y sólo pensar en perderlo nos daba una tristeza inigualable, concluye Camila.
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28 de marzo de 2024