La familia Papaianni se encarga de este lugar que tiene sus orígenes en los años 60

“Copetín Fiat” es un bar mítico del barrio Caseros, partido de Tres de Febrero. Tiene sus orígenes en los años 60 y vio crecer a la fábrica Fiat que se encontraba en la manzana de enfrente.

“El copetín era un nombre de bar en esa época, al paso, era el centro de todo lo que giraba alrededor”, cuenta Gregorio Papaianni en charla con El Bonaerense.

El copetín está en la esquina Wenceslao de Tata y Cervantes al 5393. Al lado estaba el almacén del tío de Antonio, papá de Gregorio, que era el negocio original donde vendían cosas de almacén.

“Mi familia después abrió este bar para darle de comer a la gente de la fábrica, mi viejo empezó a ayudar y cuando el hermano se fue en el 68", mi papá agarró definitivamente las riendas del lugar”, agrega Gregorio.

En un comienzo, el local se dedicaba a la sandwichería. “Hacíamos de fiambre y alguna que otra carne. Había una parrilla a gas que era el eje del negocio en ese momento”, cuenta.

A principios de los 90’, el histórico lugar empezó a sumar pastelería y otras comidas de la mano de la mamá de Gregorio, haciendo por ejemplo torta de ricota, empanadas, tartas, pollos para dar un poco más de variedad al menú.

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“En esa época estaba la bondiola se popularizo y hoy en día sigue siendo uno de nuestros platos más populares. Ahora, cuando hace frio sumamos alguna sopa y guisos”.

La manzana de enfrente ahora ya no pertenece a la fábrica Fiat (que se mudó unas cinco cuadras más adelante, que es la planta grande de El Palomar), sino que es de una distribuidora de repuestos, aunque sigue con la misma fachada de hace unos años.

El lugar sigue teniendo el mismo espíritu de despacho. “Tenemos todo listo, el copetín se maneja desde el mostrador armado desde las 11 y media, es como si fuera un buffet de una fábrica. Vos pedís y se calienta en el momento y te lo podés llevar. Si tuviera que definirlo, nuestro local está entre una rotisería y un buffet

“Mis viejos siguen estando, pero ahora yo me hago cargo de todo. Laburamos a la par estamos todos metidos”, cuenta Gregorio.

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Ahora la zona se volvió un polo industrial, hay fabricas más chicas y grandes. “No solo viene gente de esas fábricas, sino que también muchos fleteros, proveedores, se genera movimiento, es un barrio fabril”, explica Gregorio y agrega: “El público hoy en día es un 60% del movimiento de la fábrica y 40% de las redes que vienen en parte por la pandemia, hay un público nuevo”

La modalidad del negocio es un despacho de mostrador, poseen una barra con un par de mesas en la vereda. “Es un lugar chiquito, no pretencioso, así franciscano en su armado, eso es lo que tiene de atractivo, mantiene una estética original desde el principio”, finaliza.