28/02/2024
Con el comienzo de las clases y tanto docentes como padres deben estar atentos a cómo mejorar la convivencia en las escuelas y qué proyectos se pueden concretar para que todos disfruten del estar juntos, ya que la problemática del bullying se hace presente una y otra vez.
Con el regreso a las aulas comienza un nuevo ciclo lectivo pleno de ilusiones, proyectos e ideas y surge, nuevamente, la pregunta acerca de cómo mejorar la convivencia en las escuelas.
La problemática del bullying se hace presente una y otra vez. Los chicos expresan a través del hostigamiento un malestar que excede las aulas y aparece entonces en las escuelas un modo de vincularse que está naturalizado en muchos otros espacios. El destrato y la humillación que subyace a las dinámicas de bullying es permanentemente potenciado desde los modelos adultos de estar con otros.
"Urge revisarnos a nosotros mismos. Más allá del rol que tengamos en la vida de los jóvenes, debemos preguntarnos qué de nosotros puede estar potenciando la aparición del bullying. Luego, desde ya, es preciso saber diferenciar qué es bullying y qué no lo es, poder estar atentos a los primeros signos de que algo de esto podría estar sucediendo y así intervenir de la mejor manera, con el bienestar de los chicos siempre como faro", opinó para Télam la Lic. en Psicopedagogía María Zysman, directora de Libres de Bullying
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El bullying consiste en humillar intencionalmente, de manera reiterada, sostenida y creciente, a un par que no puede reaccionar de manera tal que interrumpa esta dinámica. Para que esta humillación exista, debe haber público-testigos-espectadores que la confirmen y, además, un "vacío" de cuidado, una ausencia de adultos que intervengan a tiempo.
"Con esa dinámica en mente, invito a que pensemos en los pequeños gestos descalificadores de los otros que nosotros mismos realizamos. En cómo nos miramos, cómo valoramos o no el trabajo y la opinión de colegas, pares, familiares. Es imposible enseñar a los chicos a tratarse bien si no nos ven hacerlo", reflexionó.
"Ojalá este año quienes hacemos la escuela recibamos a los chicos con propuestas, con ideas y proyectos que los inviten a "bientratarse", que al ingresar sientan que los adultos "ya pensamos" qué podemos hacer. Que no sea una campaña ocasional y una expresión de deseos. Que todos podamos percibir la intención, la acción y el corazón que ponemos en que nadie venga a sufrir a la escuela. Los chicos tienen derecho a sentirse seguros y cuidados por nosotros, familias y educadores", expresó.
Sin dudas, es importante también que estemos atentos a la detección del malestar y sufrimiento ocasionado por el bullying. "Cualquier cambio de comportamiento de los chicos, cualquier expresión de malestar o queja en relación a la escuela, debe ser registrado. Esto no significa que sepamos a ciencia cierta qué sucede. Los mismos signos pueden responder a distintas causas", explicó.
Y agregó: "Pero si un niño o adolescente presenta cambios abruptos de conducta, llanto o irritabilidad frecuente y aparentemente inmotivada, si se aleja de actividades que antes disfrutaba, si desea faltar a la escuela, si surgen trastornos del sueño, pesadillas, miedos... tenemos que abrir interrogantes"
En esos casos, la licenciada recomendó que "lo mejor es hablar con nuestro hijo brindándole todo el tiempo que necesite y ofreciendo la certeza de que nos manejaremos con confidencialidad y sin desbordes. Es preciso mostrarle que respetaremos sus pedidos de espera, de cuidadosa intervención, de no agresión al docente y no exposición en redes. Los chicos humillados tienen mucho miedo a que sus familias o docentes los expongan públicamente y agraven el problema"
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