21/03/2023

Exclusivo

José C. Paz: se quedó sin empleo, tuvo que salir a cartonear y hoy es programador


Alejandro Sabater estudio por cuenta propia en sus ratos libres con una de las notebooks que el Estado le regalaba a los estudiantes de escuelas públicas. Actualmente, trabaja para una empresa desde su casa.





La historia de vida de Alejandro Sabater (31) no solo es digna de una película de Hollywood, sino que también es un ejemplo de superación y resiliencia. Un día de marzo de 2022 se despertó con el mensaje que ningún laburante quisiera recibir alguna vez: “No vengas más”, decía el texto en el que lo despedían de la fábrica metalúrgica en la que trabajaba sin darle un motivo claro.





Lejos de desanimarse, este joven padre de familia de José C. Paz lo vio como una oportunidad. El cansancio de la rutina diaria de la industria lo había saturado y no tenía tiempo libre ni para disfrutar de su hijo, ni para estudiar algo que lo apasionara.





Ante la falta de ingresos -no le pagaron indemnización- y la necesidad de llevar un plato de comida a su casa, escuchó el consejo de su hermano y decidió salir a cartonear junto a él por las calles de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Mientras tanto, aprovechó los huecos que le quedaban para aprender programación de manera autodidacta, a través de videos en YouTube.





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Así, entre jornada y jornada tirando del carro con cartones, papeles y plásticos, fue interiorizándose cada vez más en el mundo de los códigos y lo compartió a través de TikTok, donde se hizo viral. Esa popularidad le dio la posibilidad de que algunas empresas lo contraten para hacer algunos trabajos y, poco a poco, ir sumergiéndose en la actividad. Hoy, con el pecho inflado de orgullo, ya puede decir que es un programador full time.





“Mi idea era vender páginas web y vivir de eso. Ya estaba cansado de ir de fábrica en fábrica y, cuando me quedo sin trabajo dije ‘bueno, tengo la oportunidad de vender páginas web por mi cuenta, poner mi negocio, mi empresa’. Esa era la idea principal”, rememora en charla con El Bonaerense.





Su historia con la programación había empezado en 2021, pero las largas horas de trabajo lo dejaban agotado, al punto de que tenía que ponerse a estudiar a la medianoche y las 4 de la mañana ya tenía que despertarse y arrancar su jornada laboral.





“Estaba cansado de laburar en fábricas, perder el tiempo. Quería un cambio y, si tenía que ir a juntar cartón para conseguirlo, para no sufrir de nuevo esas cosas, lo iba a hacer”, explica.





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El plan de salir a juntar cartón por las calles de Capital Federal le trajo recuerdos de su infancia y, además, lo unió a su hermano, que vive en el partido de Morón. “Venimos de una familia humilde y siempre salíamos a cirujear de chiquitos. Juntábamos fierros, botellas, revistas, cualquier cosa para vender…”, recuerda.





“La primera semana fue muy divertida, como una aventura. El que es ciruja y sabe cómo es el tema de la calle, no lo vive como algo muy sufrido. Pero juntar cartón en Capital es otra cosa. Meterse a un tacho de basura, sentir los olores fuertes, o caminar por la avenida con un carro son cosas difíciles”, analiza Sabater.





“Fue una experiencia. Pude conectar con mi hermano, conversar, eso es lo que más me gustaba. Todos los días era una aventura nueva. Podías encontrarte con cualquier cosa, pasar por cualquier situación. Era algo que me traía a momentos en los que vivía en la calle”, agrega.





Los momentos de mayor diversión era cuando encontraban objetos de valor, o cuando jugaban carreras para ver quién llegaba más rápido al lugar donde entregaban lo que habían recolectado durante su jornada laboral.





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A diferencia de su trabajo anterior, este oficio además le permitía estar más tiempo con su hijo y, de paso, dedicarle más horas al aprendizaje, ya que cartoneaba de 14 a 20 y cuando llegaba a su casa se ponía a estudiar.





“Siempre estudiando por mi cuenta, buscaba cursos de desarrollo web, de programación y todas las noches me sentaba una hora. Cuando laburaba en la fábrica, lo hacía después de la cena y mucho no podía estudiar”, detalla.





Sin embargo, tenía que negociar por el uso de la única notebook de la casa -una de las que entregaba el Estado en las escuelas públicas- con los otros dos integrantes de la familia: su pareja, una docente con la que convive hace seis años; y el hijo adolescente de ella, “Estábamos peleando por esa computadora entre los tres”, sostiene, entre risas.





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“Es muy difícil ser autodidacta, mandarte por tu cuenta. La programación tiene muchas ramas y es muy fácil perderse cuando elegís un lenguaje de programación”, asegura.





No obstante, para Alejandro el oficio de cartonero hoy ya es cosa del pasado. Su historia llegó a varias empresas y una, finalmente, decidió contratarlo hace seis meses para que trabaje de forma remota. “Me encanta”, afirma, sobre su ocupación actual.





“Desde que nació mi hijo siempre quise darle tiempo de calidad, no vivir en una fábrica, llegar a la noche y cansado. Ahora puedo trabajar desde mi casa y me da la flexibilidad de poder ir a un acto del colegio, ir al médico sin presentar el certificado. Por ahí recupero las horas o termino el trabajo antes”, agrega.





En los huecos de sus jornadas laborales, Alejandro Sabater también incursiona en YouTube. Así como él aprendió de manera autodidacta, ahora tiene un canal para explicar cómo armar una web paso a paso.





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“A mí me costó muchísimo meterme en lo que es el desarrollo web y aprender. Si yo puedo aportar lo que sé, me sirve a mí también porque a mí me cuesta mucho el estudio y transmitir eso me ayuda a retener el conocimiento. Si puedo ayudar a otras personas a que se les haga más fácil o lo entiendan de la manera que yo lo entiendo, me hace muy bien”, explica.





Mientras tanto, también cursa la carrera de Tecnología de la Información en la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ), con el objetivo de que su vocación en un futuro tenga un título que lo acredite. Aunque ese no es su único objetivo.





“Me gustaría muchísimo terminar la facultad, recibirme, y laburar menos tiempo para disfrutar con mi hijo. Él va a crecer, va a querer jugar a la pelota, hacer otras cosas, y yo quiero tener ese tiempo con él. Vivir esos momentos”, cierra.


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