Jorge Ramírez vino desde Misiones buscando una mejor calidad de vida y hoy se dedica a podar árboles a muchos metros de altura en San Miguel y todo el conurbano.

Hay oficios más peligrosos que otros y que requieren una destreza física y una serie de cuidados superiores. Sin dudas ése es el caso de la poda de árboles en las alturas, trabajo al cual se dedica Jorge Ramírez, un vecino de Bella Vista que dialogó con El Bonaerense.

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Ramírez vino a San Miguel desde su Misiones natal en busca de una mejor calidad de vida ante la falta de trabajo que había en su provincia. “Yo vivía en Misiones, pero había poco laburo. Hace 15 años que estoy acá”, comenzó contando Jorge antes de entrar a podar dos pinos gigantes en una casa de Escobar.

Cansado tras la larga jornada arriba de los árboles, el vecino de San Miguel comentó más acerca de su historia de vida y su inicio en este oficio. “Iba a laburar en una fábrica pero se terminó rápido eso. Por eso empecé aprendiendo poco a poco esto”, reveló.

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En la misma línea, agregó: “Empecé cortando pasto. Y la gente me decía que necesitaba alguien para podar. Empecé a comprarme todo y a armar todo el tema de la poda”. Y profundizó: “Comencé viendo videos en YouTube, para hacer los puentes, las bocas y todo para orientar el árbol hacia donde va a caer”.

Si bien en un principio Jorge llegó al conurbano pensando en entrar a una fábrica, su oficio rápidamente fue la poda en las alturas. Y hasta consiguió trabajar en lugares dedicados a esto. “Trabajé para varias empresas de poda en Capital, pero por temporadas”, sostuvo.

Asimismo, dentro de este oficio y de la zona norte del conurbano, se hizo una linda comunidad de podadores. De hecho, hasta mandan fotos y videos de lo que cada uno hace en el día y se realizan consultas y recomendaciones. “Ahora corto por mi cuenta y tenemos un lindo grupo de gente que nos dedicamos a lo mismo”, dijo.

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Oficio peligroso

No siempre Jorge supo que iba a dedicarse a la poda. Sobre todo, porque sus padres no veían con buenos ojos este oficio. “Mi viejo al principio no quería que agarre la motosierra, él lo hacía. Mi madre siempre me decía que tenga cuidado también”, contó. Y cerró: “Pero hay que trabajar, no queda otra, aunque los familiares lo vean riesgosos”.

Por los miedos de sus padres, Jorge arrancó cortando arbolitos desde abajo. “Pero de a poco me fui formando, empecé a aprender y agarré las alturas. Pero hay que poner sí o sí los elementos de seguridad: soga, arnés, casco, todo”, contó.

En su casa, no es una persona temerosa. “Al principio quizás había un poco de miedo, pero muy poco. Y con el correr de los primeros trabajos ya se me fue. Sólo da un poco de miedo cuando hay viento, porque se mueve todo el árbol, pero después ya no”, aseveró.

Oficio poco valorado:

“El laburo es un poco menospreciado. Ojo, hay gente que sí sabe que el laburo vale. Pero están esos que dicen "vos subís arriba y es fácil". Pero no es así”, afirmó.

Y en la misma línea, finalizó: “Hay que tener muchos cuidados y mirar muchas cosas. Hay que tener ojo y cuidado para hacer los puentes, los frenos y demás. No es sólo subir y cortar”.