Las hermanas Da Silva son vecinas de Ezeiza, quienes aseguran que cuando eran niñas, fueron abusadas por un miembro de su familia. El implicado goza de total libertad, mientras que sus víctimas viven presas del pánico.

Cansada de la injusticia, de no contar con el apoyo de su familia ni su congregación, tres hermanas, decidieron enfrentar a su acosador. Tras muchos años de guardar silencio, de sentirse culpables y de ser obligadas a perdonarlo por su fe, optaron que ya era suficiente dolor guardado debajo de la alfombra.

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Ante esto, Verónica Da Silva, rompió el silencio en una entrevista exclusiva en El Bonaerense, donde dio los horridos detalles de la pesadilla que tuvo lugar hace más de 20 años. “Hace diez años atrás mi hermana Mirta tuvo un brote psicótico, en ese entonces estábamos dentro de una iglesia, entonces este tipo Daniel Fagundez, que es el abusador y mi tío, estaba en el templo junto a su familia. Mi hermana en pleno brote comienza a hablar, a contar que fue abusada por él y que nadie le creyó, y toda la iglesia comenzó a decir que estaba endemoniada o poseída”.

Asimismo, en ese contexto Verónica decidió no callar más y les manifestó a sus padres que tanto ella como sus hermanas iban a hablar. “Llamamos al pastor de la iglesia y le dijimos que lo que mi hermana había contado era verdad, y que nosotras dos habíamos sufrido abusos, entonces el pastor nos pide que hablemos con detalles de lo que este tipo nos hacía a cada una, algo que me llamó mucho la atención”, comentó la víctima y continuó: “Nos dijo que nosotras estábamos mal, que él ya tenía una familia y no teníamos por qué arruinarla, y que lo que teníamos que hacer era orar para que mi hermana se sane”.

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Por otro lado, manifestó que los abusos comenzaron cuando ella y sus hermanas, quienes en aquel tiempo tenían 10, 8, 7 y 6 años fueron víctimas. “Somos tres hermanas quienes hicimos la denuncia, yo con 37 años, mis hermanas Mirta de 35 y Antonella de 33, nosotras vivimos una situación de abuso cuando éramos niñas, pero como estábamos dentro de una iglesia de esas cosas no se hablaban”, comentó con tristeza la mujer.

Silencio, dolor y bronca

Por otro lado, detalló: “Mi hermana Mirta cuando tenía 9 o 10 años, fue a la casa de mi abuela, donde estaba este tipo, y en ese entonces intenta violarla,   por suerte llega mi tía y logra salvarla, despues le cuenta todo a mi mamá,  cuando ella se entera lo tomo como un juego y le pidió a él, que en ese entonces tenía unos 15 años, que no jueguen de esa manera". Asimismo continuó: "Los abusos siguieron hasta que él tendría 19 años, cuando ya tenía novia, y durante ese tiempo fue en aumento su forma de actuar, porque conmigo eran manoseos y con mis hermanas era algo más, Incluso mi hermana más chica, en una ocasión, se despertó cuando él la estaba intentando penetrar”.

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Más allá de rememorar constantemente aquellos días, esto le trajo serias complicaciones, si bien durante un tiempo su hermana estuvo bien, pero no por mucho. Según detalló, Verónica, en determinado momento, logró sobrellevar la situación y seguir adelante. “A los tres meses mi hermana vuelve a estar bien, nosotras lo atribuimos a Dios que la había sanado y sentíamos que era verdad, de dejar todo atrás porque Dios nos escuchó y sanó a nuestra hermana”.

No obstante, la calma no duró mucho, dado que diez años después Mirta tuvo una recaída con un nuevo episodio psicótico. “Ella estaba bien, trabajaba  estudiaba y de golpe en junio de este año, tuvo otro brote, donde tuvimos que llamar a la policía y fue ahí donde se nos abrieron los ojos”, comentó la mujer y agregó: “Le dije a mi mamá que no nos íbamos a callar más”.

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De esa manera, las victimas radicaron la denuncia en la comisaria de la mujer de Tristán Suarez. Allí, las tres hermanas, se presentaron para dar su testimonio y ponerle fin a tanto silencio. Siendo exiliadas por su familia y su iglesia, quienes en lugar de resguardarlas, las dejaron a su suerte.

Encarar a su agresor

Según contó Verónica, en más de una ocasión decidió abordarlo de manera directa, para encontrar una respuesta. “Le dije a través de mensajes de audio, que su mujer nos había dicho que estábamos locas, pero nosotras estamos así por lo que él nos hizo, de abusar y violarnos cuando éramos chicas”, manifestó y continuó: “A eso, él dice que jamás abusó de nosotras, que a Mirta jamás la violó y que lo que hacía conmigo era un juego”.

Ante todo lo ocurrido, estas mujeres tratan de seguir adelante y ampararse ante la justicia, denunciando la situación y continuando con asistencia psicológica. “En mi caso sufro de depresión, estoy medicada, mi hermana Verónica, está con asistencia psicótica y Mirta, está con ataques, perdió el trabajo, es una persona dependiente y además está viviendo en la casa de mi mamá a pocos metros de su abusador. Ella sale afuera y sí lo ve comienza con los ataques, y comienza a gritar”, manifestó.

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Cabe señalar que, se abrió una causa, respecto a esta serie de denuncias, donde  todavía no se ha movido nada, según manifestó la denunciante. “Por suerte tenemos una testigo, que fue quien salvo a mi hermana de ser violada, por eso esperamos que la llamen”, exclamó y concluyó: “Quiero dejar bien en claro que queremos justicia, además la situación de mi hermana es lo que nos da fuerza para seguir adelante”.