Conocé la tierna historia de una familia de zona sur

La adopción de un niño o niña es un acto muy noble y lleno de amor, pero que también conlleva una gran responsabilidad.

La idea de formar una familia ya rondaba hacía muchos años por la mente de Carla Mamani de 48 años y su marido Cristian de 52.  

Eran vecinos de trabajo, ella trabajaba en una heladería y él en el kiosco de al lado. Allí surgió el amor, en Banfield, hace 31 años.

“Hace 20 años nos vinimos a vivir a Monte Hermoso, para disfrutar la vida, y para que nuestros futuros hijes pudieran crecer en libertad y más seguros que en el conurbano”, cuenta Carla, en diálogo con El Bonaerense.

Adoptar siempre había sido visto con buenos ojos por la pareja. “Yo lo decía como en chiste porque le tenía terror al parto, y Cristian me daba la razón. Llegados mis 45 y sus 49, y sin la llegada de hijos biológicos, las palabras familia por adopción sonaban más fuertes, empezamos a leer, a informarnos, a seguir grupos de madres y padres en redes sociales”, explica.

Entre ellas la cuenta,@AdoptenNiñesGrandes de Twitter fue la que los motivo. “En julio de 2021 nos inscribimos, pasamos entrevistas de psicólogos, asistentes sociales y nos dieron el alta definitiva en marzo 2022, se demoró porque era todo el tramite virtual y nos agarró la feria judicial de enero”, cuenta Carla.

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Al principio, su voluntad adoptiva era hasta 8 años y luego la ampliaron a 10 años.  “Es la segunda infancia, niñez con derecho y necesidad de vivir en familia. El 17 de agosto tuvimos la primera entrevista por zoom para que nos cuenten cosas de Nati.  Estaba en un hogar en Mar del Plata hacía 2 años, nos dijeron que era una niña muy aniñada, muy dulce, muy generosa. Y la verdad no le erraron en nada”, la describe Carla.

El día 3 de septiembre ocurrió el encuentro en persona. “Viajamos a partir de ese día durante 2 meses todos los fines de semana 800 km entre ida y vuelta a verla, para estar con ella y conocerla”, dice.

Al principio el matrimonio sentía que estaban cuidando a la hija de alguien más. “El amor fue inmediato de parte de los 3, recíprocamente, poco a poco nos fuimos conociendo, y queriendo y amando cada día más”, expresa la mujer.

Fueron muchos cambios para la pequeña Natalia. “Ella nos permitió entrar en su vida y modificarla por completo, cambió de ciudad, cambió de escuela, cambió de amigos, y es una nena tan feliz, ya con un sentido de pertenecía tan grande, ya ama a sus perros, tenemos 2, ama su barrio, ama a su escuela y sus maestras”, describe la mamá.

Ahora, después de 4 meses, de vivir juntos “que parecen una vida”, ya pueden decir que son su mamá y su papá. “Nati nos llena de orgullo, también de trabajo, porque esas tareas de matemáticas no se hacen solas. Pero es maravillosa nuestra vida de 3”, dice Carla.

 “A aquellos que se les cruzo por la cabeza y el corazón la idea de formar su familia por adopción les decimos que se animen, que investiguen, que pidan ayuda”, deja como mensaje Carla.