Gabriela es una vecina y profesora de literatura de San Francisco Solano, quien busca a un enseñante que tuvo en 4° grado. Asimismo, comenzó una extensa investigación para poder dar con él.

A través de una publicación en redes y con una amplia nostalgia, invadida por el recuerdo, Gabriela Salvini inició su búsqueda. Con el propósito de dar con su maestro de 4to grado, de la división A, quien dio clases en el Instituto José Manuel Estrada de San Francisco Solano, Quilmes en  1976. A quien describió como un hombre, un padre, un poeta que firmaba sus poemas con el seudónimo "Homero" y quien la incentivó a incursionar en la enseñanza.

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Tras varios años de por medio, en el cual olvido algunas cosas, el recuerdo de aquel docente permanece vivo en su memoria. En aquellas rememoraciones, estableció que su curso ocupaba un salón grande, de muchas ventanas sin cortinas y sin colores, pero con un calco en el que había dibujada una especie de corneta tachada y una frase: "El silencio es salud".

Asimismo, aseguró que la búsqueda de este docente, comenzó en repetidas ocasiones en las que no se ha establecido resultados positivos. Principalmente, porque no ha podido acceder a ningún registro sobre él; puesto que, pretende agradecerle todo aquellas enseñanzas que impartió en aquel colegio durante una época, en su mayoría oscura.

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Un docente de quien no se sabe nada

“Es una búsqueda que inicié abandoné muchas veces, en distintas etapas de mi vida, primero cuando era chica, lo que hacía era mirar por la calle las caras de la gente, para poder encontrar ese rostro  que estaba buscando”, comentó a El Bonaerense Gabriela Salvini y añadió: “Por momentos de mi vida, me olvidé y cuando llegaba el día del maestro o  leía  algún texto de literatura que él nos enseñó, lo recordaba y retomaba de  nuevo”.

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Por otro lado, aseguró que esta búsqueda es intermitente, puesto que la sostuvo toda su vida. “Elegí ser profesora de lengua y literatura por él, por las bases y herramientas que me transmitió”, comentó con entusiasmo. Asimismo, recordó que aquel docente, era nuevo en aquel instituto, donde no sólo impartía clases sino también lecciones de vida sobre no tener miedo, sobre la igualdad y el derecho a pensar diferente sobre la educación, el arte y la libertad.

Entre tanto, aseguró que “Homero” (nombre con el cual lo recuerda), era apasionado por la enseñanza, puesto que llegó a  cada estudiante de manera diferente e inculcó valores  que no tenían lugar en aquella época. “Fue docente en una época muy compleja de nuestro país, porque esto fue en el año 76, en ese entonces estaba en  cuarto grado. Él con un lenguaje muy amoroso y cuidado, nos enseñó mucho de la libertad de expresión, del respeto por el otro, de sí tuviera o no un uniforme militar puesto”, manifestó.

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Entre tanto, recordó un antiguo cartel que tenía mucha presencia en su escuela, donde se leía “El silencio es salud”, el cual aseguró era muy común en aquellas épocas. “El vio uno de estos calcos con este tipo de mensajes y se sintió muy enojado, por lo que nos dijo por qué no le parecía que el silencio a nuestra edad era salud, no era saludable y  eso me quedó muy grabado”, recordó  Gabriela y detalló: “A partir de entonces empecé a ver, a pensar y a mirar las cosas desde otro lugar”.

A la espera de una respuesta

Tras varios años sin saber de este profesor, dado que de un día para el otro dejó de concurrir, Gabriela no noto el vacío que había dejado. Dado que en su mente, trataba de justificar la ausencia de un hombre, que había dejado huellas en su memoria. “Al principio pensábamos que estaba enfermo, que se cambió de escuela, que se fue de viaje, cualquier razón por la cual él ya no venía”, comentó con tristeza y agregó: “Estuvo poco tiempo con nosotros. Sin mediar explicación o despedida, dejó de venir a clases. Lo esperamos y lloramos mucho su ausencia. Recuerdo volver a casa cada mediodía, llorando, porque no había vuelto el maestro”.

Cabe señalar que, durante ese tiempo, tuvieron varios docentes que pasaron por aquella aula, pero ninguno era “Homero”. Algunos debieron lidiar con los pequeños que se sentían abandonados por un docente del que jamás se supo que pasó y a quién Gabriela continua buscando, con la esperanza de poder hallarlo y poder agradecerle todo lo que hizo por su grupo.

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Entre tanto, esta vecina espera en algún momento encontrar alguna pista sobre su paradero, algún familiar que pueda hacer llegar hasta él esta búsqueda y hacer efectivo el reencuentro. “Quiero agradecerle todo lo que hizo por nosotros, para así cerrar este capítulo en mi vida y develar la incógnita sobre su paradero, saber qué fue de él y donde estuvo tras tantos años”, concluyó.