Captó una ballena que no estaba registrada y la bautizó en honor a su ciudad y su club favorito

Sheila Dell" Arciprett nació y vivió toda su vida en Temperley, pero hace 6 meses se mudó a Ushuaia a trabajar de lo que le apasiona, la fotografía.

La vecina lomense siempre soñó con ver una ballena y fue gracias a su trabajo que de forma inesperada pudo conocer y bautizar a un ejemplar de estos mamíferos marinos.

“Me vine con un amigo que estaba trabajando acá y es de Monte Grande, consiguió laburo de fotógrafo y es donde trabajamos juntos hoy en día, una empresa en la que hacemos fotos a turistas y hasta la pinguinera”, cuenta Sheila en diálogo con El Bonaerense.

 “Temperley”, fue el nombre que la fanática del gasolero y vecina de la ciudad eligió para la ballena que se mostró cuando estaba realizando unas fotos.

“Dentro del canal hay varias especies y también se encuentran ballenas. Decidí mudarme acá porque venía viajando, necesitaba un cambio porque no estaba bien económicamente”, explica.

“Haciendo las excursiones no hacemos avistamientos de ballenas sino de lobos marinos y pingüinos, porque no nos podemos acercar”, cuenta.

Sheila tenía ganas de ver una ballena a pesar de todo. “Era un sueño verla y en una de esas excursiones encontramos una, el capitán paro el motor, saqué la cámara y le tomé la foto”, relata la vecina.

Fue entonces que Sheila se dirigió al centro de investigación donde se controlan las ballenas: si son nuevas, si volvieron, entre otros datos, en el canal de Beagle.

“Mandé la foto de la ballena al centro de investigación y la forma de reconocerlas es a través de sus colas que son diferentes”, explica.

Fue entonces que se enteró que la ballena era nueva y no estaba registrada. “Me dijeron si me gustaría bautizarla, para mí fue una emoción enorme, me dijeron que no sabían el sexo y que tenía que ser un nombre neutral”, cuenta.

Fue entonces que Sheila no lo dudó ni un segundo y la nombró Temperley. “Ni lo dude Temperley es mi club, también está toda mi familia y amigos allá, es muy fuerte lo que siento”, dice la fotógrafa.

“Acá me conocen por Temperley, tengo los buzos, gorros, remeras, todo de Temperley, por eso me gustó ponerle ese nombre”, cuenta.

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El encuentro fue “increíble”, según cuenta Sheila. “La veía viniendo de lejos y una locura, me temblaba todo y cuando me dijeron que no estaba reconocida fue más loco”, dice.

“La vi el 31 de enero y es la número 131, todo muy loco, viene gente de afuera, turistas y en algún momento cuando este en el catálogo y vean la ballena que se llama Temperley me llena de orgullo

Para Sheila, fotografiar eso es una sensación que no puede explicar: “Empiezan a saltar y es una locura, más si te gustan los animales y las fotografías”, finaliza.