Además del tradicional servicio, cada vez más personas se acercan para brindar ayuda y contención a los menos afortunados.

En el duro contexto que atraviesa el país, cada vez más personas se vuelcan a las tareas solidarias y buscan crecer internamente. Por caso, la iglesia católica de Mar del Plata es una de las instituciones más activas al respecto. Actualmente, la máxima autoridad es Monseñor Gabriel Mestre, quien lleva cinco años como obispo. Además, tiene el honor de ser el primer marplatense en ocupar el cargo. Por caso, en Mar del Plata existen 54 movimientos pastorales relacionados a la Diócesis local. Además, existen centenares de personas que compartes experiencias y establecen vínculos.

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Entre los servicios que realiza la Diócesis de Mar del Plata figuran el Servicio Sacerdotal de Urgencia, que se ocupa de brindar auxilio espiritual a personas gravemente enfermas o en estado terminal; la Pastoral de la Drogadependencia, que ofrece contención a personas con problemas en relación al consumo de drogas; y consultorías familiares, una rede de escucha, orientación y acompañamiento a las familias que lo necesitan.

Ana es una de las tantas personas de la ciudad que dedica sus días al servicio "Yo soy laica consagrada, es decir. Pertenezco a la parroquia San Antonio de Padua y participo mucho en una de sus capillas, Nuestra Señora de los Dolores". Si bien ella tiene sus tareas con la música, mediante el canto y la guitarra, también se encarga de llevarle la Comunión a las personas que no pueden acudir a la capilla, como personas enfermas o adultos mayores. "Prácticamente toda la vida pertenecí a la iglesia", aclara.

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En 2015, el papa Francisco realizó una gira por Sudamérica. A pesar de que no pasó por la Argentina, muchas de estas agrupaciones decidieron viajar para tener el privilegio de ver al Sumo Pontífice en persona. Dentro de esos grupos, estaba Ana, quien recuerda con mucha emoción la experiencia. "Yo fui a verlo a Paraguay. No fue una audiencia, sino que estuvimos durante la recorrida en el Papamóvil. Es muy fuerte verlo de tan cerca, saludarlo. Fue una experiencia espectacular", relata. Y añade que "no es sólo la visita del Papa, lo que se vive con la gente es muy lindo. Es muy intensa la convivencia durante esos días".

Retomando la vida de Ana, cuenta que "uno recibe un llamamiento para servir a Dios. Yo creo que mi llamado a esta vocación viene de muy chiquita, cuando vivía en Rosario. Cuando tomé la Comunión e hice la Confirmación lo hice muy consciente". Y que al llegar a Mar del Plata continuó la tradición junto a su madre. "Ella tuvo mucho que ver en esto", detalla. "Nunca caminás solo, siempre te acompaña tu comunidad". Actualmente Ana trabaja en el Hospital Interzonal de Agudos para subsistir, ya que todas sus tareas ministeriales son voluntarias. "El contexto del hospital te sensibiliza, porque es un lugar donde pasa de todo. Y trato de poner un poco de alegría a esta realidad que estamos viviendo", añade.