Irma Ruiz habló con El Bonaerense y contó como es el trabajo de rescatar animales en total estado de abandono en la zona de La Matanza

Como el trabajo de corazón que realiza Irma Ruiz, lo realizan muchas otras personas en el conurbano. Ella forma parte de Misión Tokyo, una organización que se encarga de rescatar animales maltratados o abandonados.

Irma Ruiz es de González Catán y rescata tanto perros gatos e incluso caballos. “Rescatamos perros y gatos porque es lo que más hay. El abandono de estos animales es una gran problemática. En mi caso suelo rescatar hasta caballos y si tengo que rescatar otro animal también lo hago”, cuenta Irma en diálogo con El Bonaerense

Desde Misión Tokyo, que tiene rescatistas no sólo en zona oeste sino en todo el conurbano y la ciudad de Buenos Aires, Irma recibe la orden para ir a ayudar a un animal maltratado, enjaulado, atado, desnutrido, y luego la organización se encarga de buscarle un lugar tránsito, recuperarlo, castrarlo, y posteriormente encontrarle un hogar.

“En Misión Tokyo somos muchos, lo que hacemos es dividirnos por grupo, yo me ocupo de La Matanza en cada partido hay alguien nos ayuda”, explica Irma.

La vecina de Catán es proteccionista independiente hace más de 15 años y hace poco se sumó a Misión Tokyo. “Le devolvemos la vida de vuelta, cuando sacas un animal de la calle en esas condiciones y ves que evoluciona es una satisfacción enorme y más si les encontras una familia que lo ame. Este trabajo es sin fines de lucro, pero muy gratificante”, dice la rescatista.

Sobre la situación en La Matanza, Irma explica: “Acá en Matanza necesitamos concientización. En Barrio Nicole hay muchos abandonados y ahora que no tenemos castraciones gratuitas, hay más. Mejorar el zoonosis seria fabuloso, Matanza no tiene”

“La cantidad de animales que rescatamos es más de 500 seguramente pero no llevamos la cuenta. Lo hago porque los animales son seres sentimentales como nosotros, aparte ellos no pueden pedir auxilio, pueden pasar un dolor por varios meses y están ahí sin pedir ayuda. Nosotros somos su voz, peleamos por ellos porque ellos no pueden”, dice Irma.

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Y agrega: “No tienen por qué vivir o pasar toda la maldad del ser humano. Me duele mucho cuando dicen ‘los callejeros’, ellos tenían familias, son abandonados injustamente y es triste la vida que llevan en la calle. Tratamos de volver a darle la dignidad y mejorarle la calidad de vida”.

El amor por sus animales es enorme: “Yo digo que son mis hijos de 4 patas, tengo 34 niños de cuatro patas en mi casa y no es un refugio sino que son mis niños que fueron rescatados”, finaliza.