Una mamá se animó a  contar su experiencia en una institución escolar y de inmediato otras mujeres se unieron a la queja y manifestaron situaciones similares. En diálogo con El Bonaerense, Juliana comentó lo sucedido con su pequeño hijo. 

“Hoy vengo a contar nada más y nada menos lo que mi hijo A. hace una semana se animó a contar” comenzó su relato  a través de redes sociales una madre afectada, y continuó: “con mucho miedo una tarde llegó del jardín Gato con Botas de Villa Luzuriaga, y nos contó que ahí pasaban cosas feas pero que no podía contarnos”.

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“Confió en nosotros y nos dijo que en el jardín la maestra "capacitada" para estar con niños Candela Caruso, gritaba muy fuerte y a ellos les daba miedo, que a veces se tenían que esconder, que si se portaban mal los dejaba sentados en un rincón castigados, y que a él y a los compañeros los agarraba muy fuerte del brazo” describió la mamá el relato de su hijo.

A raíz de esa situación, Juliana, madre del nene, dejó de mandar al jardín a su hijo y a su vez, pidió una reunión con la directora y la maestra, encuentro que le fue concedido pero sin la docente responsable. Al respecto, la directora del lugar mencionado se justificó: “la maestra tiene un tono de voz alto” y mencionó que el castigo del que hablan los niños, no existe, además de apuntar a A. como un manipulador. 

Ante esto, nos preguntamos, ¿En manos de quién están los chicos? Se supone que las familias confían en un espacio donde los niños estén cuidados y seguros, no que los tilden con características que le son ajenas. 

Pero eso no es todo, la reunión continuó y la representante escolar sostuvo que la situación es culpa de las madres porque "nosotras manejamos lo que los nenes cuentan” dijo Juliana.

Y continuó: “No obtuve una respuesta en ninguna de mis preocupaciones, solo que cambiará de turno a mi hijo. Seguido a esto decidí sacarlo del jardín, y hable con más madres”. En este contexto, la mamá se encontró con que muchos chicos viven situaciones similares “todos contaban castigos, ellos solos en el salón mirando por el ventanal como sus amiguitos jugaban en el patio, o sentados mirando a la pared, gritos, tirones de pelo y que los agarran fuerte del brazo”.

“Hoy decido contar esto porque lo único que hacen en ese jardín es tapar todo lo que pasa siempre y en definitiva los que lo pasan mal son nuestros nenes”, cerró la mamá de A. 

El Bonaerense diálogo con Juliana y comentó que su hijo se acuesta y levanta llorando ya que continúan presentes las escenas que padeció en el jardín y los maltratos que recibió. 

“Cada vez son más las mamás que cuentan cosas terribles que les pasan a sus hijos y que lo único que hacen en la institución es cubrirlo. Niegan todo, dicen que mi hijo es un manipulador y miente en todo”, mencionó la vecina de Luzuriaga. 

En este sentido, confesó que la respuesta del jardín a los planteos realizados sobre los castigos de dejarlos solos, son para "sentarse a reflexionar" mientras que los gritos de las maestras se deben a “que tienen un tono fuerte de hablar".

“Dicen que nenes de 4 años mienten y manipulan a adultos "capacitados" para hacerlos explotar y ver cómo reaccionan, y que una como madre los lleva a que cuenten lo que nosotras queremos”, dijo enojada la joven. 

Lamentablemente estos castigos son muy comunes en el jardín El Gato con Botas ya que como se mencionó, no es solo un caso aislado, muchas mamás se sumaron al reclamo y contaron su situación en particular. 

“Todos los nenes cuentan cosas muy similares sobre los castigos y penitencias en rincones, los maltratos de varias maestras, tirones de pelo, empujones, que los agarran fuerte, que no dejan que los nenes vayan al baño, se hacen pis encima, les dicen que cierren la boca y no los dejan hablar”.

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Por su parte, el jardín cubre a las docentes involucradas, las cuales ya han sido señaladas por las mamás de los pequeños. “Hablan de la maestra que yo nombré, y hoy me enteré de otra maestra más” dijo Juliana. 

Cabe destacar que son nenes de cuatro y cinco años, todos son chicos, y aunque no hagan caso no es opción gritarles o usar la violencia. Afortunadamente, estos pequeños se animaron  a hablar y confiaron en sus familias, sin embargo, la institución parece hacer oídos sordos a la catarata de quejas.

“Ojalá nos escuchen y no quede en la nada, es realmente terrible” sentenció Juliana, mamá de A.