Es de González Catán, La Matanza, y superó todas las adversidades para seguir haciendo breakdance y dando clases.

Superar adversidades no es para cualquiera. Y menos cuando la adversidad más fuerte daña justamente lo que más necesitás para hacer lo que te gusta. Justamente eso le ocurrió a Miguel Iribarne, un bailarín de González Catán (La Matanza), que por una enfermedad estuvo tres años sin poder caminar, en silla de ruedas y con una prótesis en la cadera. Hoy es profesor de breakdance y está más vigente que nunca.

Daniel Miguel "bboy Cone" Iribarne se acerco al baile de una manera bastante particular. “Me empezó gustando las acrobacias, las Tortugas Ninja, ja. Siempre fui muy de querer copiar los movimientos, medio hiperactivo. Siempre tuve esa necesidad de querer hacer un poquito más”, comenzó contando en diálogo con El Bonaerense.

“Mi familia era muy del folclore, del tango, de Sandro, ja. Y a mí me empezó a atraer el hip hop, el rock. Cuando conozco el breaking yo ya tenía 11 años. Y me enamoré, es algo que me atrapa completamente y me hace feliz. Como canaliza las emociones, desde ese día vivo la vida como Toreto, a esa velocidad”, agregó con un entusiasmo notorio por lo que hace.

“Soy parte de una crew (Dorrego style) que baila desde hace ya 25 años. Yo tengo 36 y bailo desde los 13”, relató. “Aprender breaking de una forma deportiva, especializada, no lo hice nunca de chico, pero lo estoy comenzando a hacer ahora”, contó.

Y reveló que ahora está dando talleres al respecto y estudiando el profesorado en danza y arte. Asimismo, el hombre es profesor de historia y coach en liderazgo. Esto último, de hecho, tiene una razón clara... “El breaking era mi herramienta para salir de la calle, tuve muchos problemas en mi adolescencia”, sostuvo.

“Mi problema de salud es que tuve una bacteria en la cadera, me tuvieron que poner una prótesis y estuve casi tres años sin poder caminar, con dolores, infección de hueso, con tratamiento con tramadol y otros medicamentos invasivos. Terminé en silla de ruedas y con los peores pronósticos”, explicó.

Pese a todo eso, Cone no se rindió en ningún momento. “Siempre ganó mi insistencia por bailar y mover mi cuerpo, pese a tener una pierna más flaca que otra y muchos problemas más”, relató.

De hecho, Miguel atendió a El Bonaerense desde la clínica, porque a raíz de todas esas complicaciones anteriores, ahora sufre de lumbalgia. “Pero es lo de menos, yo ya camino, alzo a mis hijos, bailo con ellos, enseño en el barrio, en la Plaza Dorrego y en todos lados”.

“Cuando enseño, lo que trato de transmitir es que no existe el "no puedo", que nada nos condiciona a poder mostrar lo que nos gusta. Muestro sobre competencia, como se mostrará en los JJ.OO de París, pero más que nada esto que digo”, relató, con una mirada positiva de la vida.

Y profundizó: “Trato de transmitir arte, diversión y demás. El hip hop es una forma de vida y es vida, ayuda a salir adelante, a progresar, a enfrentar temores y complejos, a las decisiones. Me emociono un poco cuando hablo del hip hop”.

“Yo trabajo con chicos que quizás están en una etapa complicada y creo que les estoy brindando una herramienta pedagógica muy importante, que les transmite cosas buenas”, finalizó.