Una vecina de La Matanza toma la posta de un Estado ausente: olla popular y comida para 80 personas

En la intersección de la Avenida de Mayo y Rivadavia, en Ramos Mejía, partido de La Matanza, cada lunes a partir de las 20 hs, se reúne una Olla Popular para ofrecer un plato caliente a quienes más lo necesitan. Gabriela Farías, una de las organizadoras de esta iniciativa le cuenta a El Bonaerense cómo este proyecto, que comenzó hace más de ocho años, y que persistió a pesar de las adversidades.

"Yo desde que estoy en la 'olla popular' hace 8 años ya estaba armado el proyecto. Con un termo de café me acerqué y ahí surgió todo. Se fue desarmando y quedamos 5 personas que seguimos con la olla. Mis papás me cocinaban, compramos las ollas y seguimos el proyecto," recuerda Gabriela.

La pandemia de COVID-19 trajo consigo grandes desafíos y pérdidas personales para Gabriela. "Con el Covid mi mamá falleció y mi papá me dijo que sigamos porque a mi mamá le gustaba hacerlo. Me quedé sin trabajo y empecé a cocinar con él. También por la gente que espera el plato de comida," comenta.

Cada lunes a partir de las 20 hs, se reúne una Olla Popular para ofrecer un plato caliente a quienes más lo necesitan

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La ayuda que reciben proviene principalmente de amigos y conocidos. "Lo hacemos todos los lunes, les damos la comida tratando de que haya carne y verdura. Hay tres señoras, Amelia, Marta y Antonia, que se encargan de lo dulce. Les damos algo caliente con alguna tortita que hacen ellas," explica Gabriela.

Aparte de la olla, han implementado la "bibliobolsa", una biblioteca móvil que funciona una vez al mes. "Mi profesora lleva libros y las personas eligen y vuelven al mes siguiente y lo devuelven y se llevan otro. Nos sorprendió lo que se engancharon con los libros y había mucha gente que le gusta leer y no lo sabíamos, por cuestiones de dinero no pueden comprarlos y ahora se los pueden llevar," dice.

El proyecto también incluye cortes de pelo y barba para quienes se acercan, gracias a la voluntaria Daniela. "Les corta el pelo a la barba a la gente que se acerca y a los chicos para que vayan prolijos a la escuela," menciona Gabriela.

Aparte de la olla, han implementado la "bibliobolsa", una biblioteca móvil que funciona una vez al mes

"80 porciones hacemos por día, se acercan grandes y chicos que se juntan todos los lunes. La verdad, con el frío la comida siempre llevamos ahí, antes se podían llevar y repetir, pero ahora llegamos con lo justo," señala.

Una de las historias más conmovedoras que recuerda es la de Luis, un señor que conocieron a través de la olla y que, con su apoyo, logró terminar la secundaria. "Fuimos a su recibimiento de diploma, fue emocionante verlo cerrar esa etapa. Lo llevamos a conocer el mar y esa sensación de sorpresa y emoción también nos llegó. Cada vez que nos acordamos, lloramos juntos y nos da la pauta de que vamos por buen camino," comparte Gabriela.

A pesar de las dificultades, el equipo sigue adelante con su misión.

La logística de la olla popular es compleja y requiere de mucho esfuerzo. "Recibimos mercadería para hacer los alimentos, arroz, fideos, puré de tomate, generalmente hacemos guisos. Llevamos las ollas en los vehículos pero nosotras nos volvemos en colectivo, por el peso no podemos llevar muchas bebidas calientes porque no tenemos cómo traerlo," explica Gabriela.

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A pesar de las dificultades, el equipo sigue adelante con su misión. "Cocinamos mi viejo, yo, Amelia, Marta, Antonia, Daniela, Coco que nos traslada la olla, Virginia, Marta y Adriana que son las bibliotecarias," enumera Gabriela, destacando la dedicación y el compromiso de todos los voluntarios. Gabriela además invita a quien quiera puede sumarse con un termo de café los lunes ya que "toda ayuda suma".