Retiran cosas “que no sirven”, las arreglan y las reinsertan en ferias populares. Además, dan formación y trabajo a jóvenes con necesidades. Su fundador habló con El Bonaerense.

Mezclar la tecnología, el medioambiente y la ayuda social. No parece la tarea más sencilla, a priori, pero hay una persona que lo logró. Juan Martín Ravettini, de Tigre, creó la Fundación Qué Reciclo, que con un trabajo de hormiga consiguió resultados gigantes. Y ahora, le contó todo a El Bonaerense.

Básicamente lo que hace la fundación es retirar (sin cargo) cosas de informática que la gente tiraría para repararlas y reinsertarlas en los barrios populares a precios muy bajos. De esta manera, reducen el daño ambiental y ayudan a personas más humildes.

Además, forman en informática a jóvenes necesitados. De hecho, uno de sus "discípulos" se hizo su casa gracias a las criptomonedas.

“Es una fundación porque tiene una pata ambientalista y una social. Yo tengo una mirada ambientalista. Me gusta generar soluciones al medioambiente. Armé un esquema para tratar ambas cosas”, explicó el fundador.

El origen y el crecimiento

“Creamos la fundación hace 10 años gracias a un juego de playa. Empezamos a juntar basura para armar un fuerte. Paso seguido llegué a Buenos Aires y vi en una esquina un montón de computadoras tiradas. Y fue increíble, no tenían muchas cosas que arreglar para ponerlas en funcionamiento”, sostuvo el hombre.

“Empezamos en Tigre, Boulogne y localidades de zona norte. Nos expandimos a ferias de Berazategui y ahora llegamos a otras provincias. También empezamos con otros productos por fuera de informática y electrodomésticos”, agregó.

Poco a poco fue incorporando gente, junto a su compañero electromecánico. “Ahí surgió esto. Arrancamos con una camionetita, un camión y así de a poquito”, contó.

La pata ambiental

“Tanto los particulares como las empresas me dan cosas que hubiesen tirado en la famosa "bolsa negra". Sé que son pocos los que hacen eso de ir a un lugar de reciclado. Entonces hacemos el servicio puerta a puerta, juntando lo de ellos y lo de todo el barrio. Así afrontamos el gasto de logística y evitamos que la gente tire las cosas que contaminarían al medioambiente”, expresó.

“Todos esos equipos los comenzamos a reinsertar en barrios más carenciados, que quizás no buscan la mejor tecnología de todas, sino que funcionen bien y ya”, contó.

La pata social

“Arreglamos esa mercadería que llega como "donación" y las terminamos vendiendo en ferias populares, a precios bajos pero que nos ayuda a cubrir todos los gastos y a ellos a llegar a algo que antes parecía lejano”, profundizó.

Qué Reciclo se expandió mucho también gracias a lo social. “Quizás un pibe de un barrio carenciado nos compra una PC, le enseñamos sobre informática, arrancan a trabajar con nosotros y arman un nodo en su barrio o en su localidad”, explicó Juan.

“A ellos les enseñamos que sean creativos, que busquen poder hacer algo más con lo que recuperamos. Adaptar computadoras, hacer cosas mejores”, sostuvo con entusiasmo el hombre de Tigre.

El caso Sebastián Carsorio

Gracias a todo esto surgió Sebastián Carsorio, un joven de 23 años de Maquinista Savio que armó un nodo en Escobar y que aprendió con ellos. De hecho, hasta llegó a hacerse su casa gracias a que aprendió a minar criptomonedas.

“Las criptomonedas fueron uno de sus métodos de ahorro para hacerse su casa. También hace service, arregla computadoras y demás”, contó Juan Martín. Y agregó: “Él no encuentra esa barrera de "no puedo". Le enseñamos nosotros, aprendió mucho con tutoriales y hoy en día hasta sabe más que yo. Ahora yo le pregunto cosas a él”.