02/04/2022

“Nosotros no nos rendimos”: testimonio exclusivo de un ex combatiente


Julio Ramírez, de Tigre y miembro del equipo del portaviones Ara 25 de Mayo, dialogó con El Bonaerense. “Buscamos mantener viva la idea de la soberanía sobre las Islas”, dijo.





“Nuestra misión es recuperar las Malvinas” y “nosotros no nos rendimos”. Esas dos frases son las que más repite Julio Ramírez, ex combatiente de Tigre, cada vez que le toca hablar sobre la guerra por las Islas. Y lo siguen interpelando. Es que si bien fueron palabras que escuchó o que emitió hace 40 años, las mantiene vivas hoy día y las pronuncia siempre que puede. Por supuesto, no faltaron en el diálogo con El Bonaerense.





“No somos ex combatientes; somos combatientes (porque seguimos combatiendo al Reino Unido desde lo político)”





Antes de llegar a eso, tras un preámbulo sobre la visión que tiene el trato que le dan los políticos de hoy al tema (no pudo evitar demostrar su enojo con la gestión 2015-2019), Ramírez contó su historia. Su historia en Malvinas. La cruda, dura e insuperable historia que tiene grabada en su memoria. Ésa que con sensaciones que año a año, a diferencia de la mayoría de la gente, va recordando cada vez más.





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“Yo entré a los 18, por sorteo y me tocó ir a la Armada. Algo que me fastidió porque sabía que iba a perder más tiempo de lo normal (en el Ejército eran menos meses)”, comenzó contando. ¿La mayor razón del enojo? No poder seguir estudiando tras recibirse en la escuela técnica (hoy es docente en ese tipo de colegios).





“Primero estuve en Infantería, lo más rudo. El destino, o eso pensaba entonces (N. deR.: luego descubrió que lo mandaron allí por su formación académica), hizo que me toque estar en el buque insignia de la Armada, que era el Portaviones Ara 25 de Mayo”, reveló.









Hasta ese momento, todo era un típico camino que atravesaba cualquier joven de esa edad en la famosa “colimba”. No obstante, todo cambió en una mañana. “Nos dijeron: "vuelvan a la base (Puerto Belgrano)" al poco tiempo que salimos a hacer un viaje que debía durar 15 horas”, explicó. Desde ese momento, plagado de incertidumbre, los militares ordenaron emprender viaje al sur, con destino desconocido.





“El Segundo Comandante nos dijo: "nuestra misión es recuperar las Malvinas" y por dentro pensé que estaban locos”





Y allí es donde surge la frase que Julio tiene grabada en su mente, ésa que atesora y milita hasta el día de hoy. “El Segundo Comandante nos dijo: "nuestra misión es recuperar las Malvinas" y por dentro pensé que estaban locos, pero no lo dije, y la frase no se me fue más de la cabeza”, reveló.









“Días después llegamos a Malvinas. Las vi, ahí, al lado mío desde el portaviones y no podía pensar en nada. Sólo recordaba todo lo que escuché y leí en la escuela primaria, que nos las habían robado y que eran nuestras”, recordó.





Tras una lucha fugaz contra los pocos soldados que había en las Islas, Ramírez volvió junto a su gigante equipo de 1200 combatientes. Sin embargo, estuvo lejos de volver a la tranquilidad de su casa. Nada de eso. Fue un regreso exprés para cargar combustible, víveres, misiles y todo lo necesario para la guerra contra el verdadero ejército británico. “Aunque no lo decíamos, todos pensamos que nos iban a hacer de goma. Y lo admitimos muchos años después, en los reencuentros con los compañeros”, reveló.









Y no estuvo nada lejos de eso. Julio, claro, no puede aguantar las lágrimas en cada ocasión que menciona a sus compañeros caídos. Tras tomar aire, retomó el relato de su historia en el momento más difícil: el final. “El Segundo Comandante, Ricardo Aumann, era submarinista y por eso se anticipó a todos los movimientos del enemigo“, dijo. Y sentenció: “Gracias a él estamos vivos”.





“Yo siempre digo: "Nosotros no nos rendimos". Y lo repetimos todos. A pesar de todo lo que pasó… Yo perdí compañeros… Uno se acuerda y bueno”, expresó con palabras cortadas por las lágrimas. Y agregó: “Yo pude haber estado en esa situación. Yo volví y otros no”.





“Pensamos que nos hacían de goma”





La guerra de Malvinas terminó un 14 de junio, sin la palabra “rendición”. Pero no sólo por eso Julio repite esa frase. Ramírez lo dice siempre que puede porque es la verdad: no se rindieron. Día a día, desde su lugar como docente, y en cada ocasión especial, éste y sus compañeros reclaman por la soberanía en las Islas.









“Nosotros rescatamos el concepto de la ‘malvinización’. Con el concepto de que somos combatientes (porque seguimos combatiendo al Reino Unido desde lo político), no nos podemos olvidar de la soberanía sobre nuestras islas y los mares circundantes”, expresó.





“Nosotros no nos rendimos en Malvinas. Y hoy seguimos luchando por la causa”





“Hoy buscamos la lucha por la causa, pero no por la guerra (acto político más atroz). Tenemos que recuperar esas islas desde lo diplomático, nuestras islas arrebatadas por los piratas y la corona británica. Hoy y todos los días reivindicamos nuestra soberanía en las Islas Malvinas”, sentenció. Así, Julio Ramírez sigue peleando con los mismos lemas que hace 40 años, “no nos rendimos” y “nuestra misión, siempre, es recuperar las Malvinas”.









Su función en las Islas Malvinas:





“Hacía todo lo que concierne al alistamiento y puesta en vuelo de los aviones de caza, anti submarinos y demás”.





“Yo me subía con una manguera pesadísima a cargar combustible apenas el avión pisaba el porta aviones. No había tiempo para sacar una manguera, parar el motor del avión y demás. En tiempos de paz quizás sí, en tiempos de guerra no. Estaba en la entrada de la turbina, imaginá lo peligroso que era para todos.
Toda la nave era un equipo, si uno fallaba, fallaba el resto. Eso siempre lo dijimos todos y lo aseguró el segundo comandante”.





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La tristeza de ver los caídos y la difícil situación





“Ahí salimos a altamar, preparábamos los aviones y pensábamos: "ojalá que vuelva"”.





“Cuando hundieron el Belgrano, fue un golpe muy fuerte para nosotros, estuvimos muy mal. A nosotros nos persiguieron submarinos, nos arrinconaron. Nos salvó el segundo comandante con sus tácticas militares.
A nosotros nos mandaron de vuelta antes de que terminara todo pese a que aún había chicos en tierra”.





El duro regreso y la vuelta a la vida





“Pasó un largo tiempo, nos alimentaron bien y nos dijeron: ‘acá no pasó nada, no se cuenta nada, acá no ocurrió NADA’. Recién el 14 de julio, un mes después de terminar la guerra, pudimos volver a nuestra casa”.





“Y ahí comenzó la despedida (lágrimas), muy feo. Volvimos por la puerta de atrás, nadie nos esperaba y nadie nos reconocía. Nadie sabía que volvíamos. Mis viejos no sabían nada de mí. No termino de entender qué fue lo que pasó en ese momento. No sabían nada de lo que habíamos pasado prácticamente”.





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“La cabeza te queda mal. Ves que un compañero sufre cuando se despedía, e intentábamos darle fuerza, pero era muy difícil y muy triste esa vuelta. Fue volver a la vida, pero raro. Íbamos a los boliches y no podíamos estar contentos, no nos divertíamos. Y teníamos sólo 19 años. Era un vacío. Me sentía otra persona, extraño”.





“Nos decían que éramos loquitos y era muy difícil conseguir trabajo. Me costó retomar los libros. Empezar la facultad fue muy bueno para después de la guerra. Me reencontré con muchos compañeros”.


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