El último índice trimestral del Indec dejó en evidencia un problema que parecía ir subsanándose en la ciudad: el desempleo y el trabajo informal.

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) dio a conocer ayer los índices de desempleo del último trimestre. Lo que parecía que iba a ser una mejoría sostenida en relación a los números de junio, fueron un golpe de realidad para General Pueyrredón: el índice volvió a subir a 8,6%. Esto implica que en Mar del Plata y Batán existen 27 mil personas desempleadas. Las cifras sorprendieron tomando en cuenta que en el relevamiento de junio se había registrado el porcentaje más bajo desde 1995, con un 5,8%. El índice es apenas superado por el Gran Córdoba con un 8,7%.

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Para entender mejor el contexto, personas de distintos rangos etáreos y contextos explican cómo viven la incertidumbre laboral en el partido. Si se analizan las publicaciones de agencias, redes sociales y medios gráficos, hay tres dificultades a la hora de encontrar un trabajo: la experiencia, la edad y las condiciones laborales. Y resulta hasta contradictorio "Parece a propósito. Mi hijo tiene 21, terminó hace unos años el secundario ¿De dónde va a sacar la experiencia?", protesta Nélida, comerciante barrial que logró mantener su negocio a pesar de los vaivenes económicos. "Mis hijos ayudan con el almacén, pero me pone mal que no puedan aspirar a tener su casa o su auto. Y ni hablar de darse algún gusto", exclama. Si bien hacen trabajos informales en construcción o cubriendo francos, sabe que hoy trabajar en blanco Mar del Plata es un privilegio. "Parece que los únicos que están en blanco son los empleados públicos", expresa.

Joven para la vida, viejo para el sistema

El filtro de la edad es otro tema que termina siendo frustrante para las personas desocupadas. Incluso quienes tienen experiencia, no pueden acceder a una plaza laboral por ser considerados "viejos". "Te da bronca, me capacité en hotelería y gastronomía pero nunca alcanza. Tengo 36 años y nadie me toma. Parece que después de los 27-30 años no servís más", narra Carolina, quien ante la falta de oportunidades decidió sumarse a las aplicaciones de delivery para poder generar un ingreso. "No es el laburo ideal, te exponés a los accidentes y los robos. Pero si espero a que me llame alguien se me pasa la vida", explica. Su modalidad laboral es bajo monotributo y lo que factura es proporcional a la cantidad de envíos que realiza durante las horas que recorre la ciudad con su moto. "Te pagan más los días de lluvia y los fines de semana. Pero la verdad quisiera tener un trabajo en blanco con todos los beneficios", indica resignada.

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Fernando es otro de los marginados por la edad. Pero lo de él fue producto de la pandemia. "Alquilaba un local donde tenía una relojería y vendía productos electrónicos. La cuarentena me partió al medio y no pude costear el alquiler. Liquidé el stock y la banqué con eso. Por suerte mi mujer es enfermera y nunca le faltó trabajo este tiempo", relata. Consciente de que a sus 45 años se le iba a hacer difícil reincorporarse al sistema, se la jugó por el trabajo online. "Yo soy técnico químico y nunca ejercí, y me pareció una buena oportunidad dar clases online. Me anoté en un par de plataforma y me fui haciendo de alumnos", cuenta.

La temporada, salvación de muchos

Durante la temporada veraniega, es decir entre diciembre y fines de marzo, las entradas de los negocios explotan de filas y filas de personas que van con sus currículums buscando paliar la magra situación económica. Los rubros que más solicitan son comercio, hotelería, gastronomía y venta callejera. Eso también explica por qué durante el primer trimestre de cada año los números son prometedores y luego suben drásticamente. Por caso, en la última temporada, la primera con la "vuelta a la normalidad" fue una gran sorpresa la cifra: por primera vez el índice fue menor al 6% desde que se realizan las mediciones, en 1995. También hay que resaltar que durante los meses de verano, también arriban trabajadores procedentes de otras ciudades y provincias, lo que complica aún más acceder a un empleo siendo local.

Mirando hacia afuera

En el caso de Pablo, consigue trabajo durante la temporada debido a que está estudiando Ingeniería Química en la UNMdP. "Me encantaría tener un ingreso durante todo el año, pero las pocas ofertas que hay tienen horarios cortados. Yo estoy en tercer año de la carrera y se me complica para trabajar y estudiar", explica el joven. Él vive con sus padres, que son de clase media y pertenecen a la población activa de la ciudad. "No puedo acceder a una beca por mi situación económica, lo cual no lo veo mal. Pero me gustaría empezar a ahorrar para independizarme". Sobre el futuro laboral, Pablo tiene en claro que afuera va a tener muchas más posibilidades. "Conozco compañeros y compañeras que han hecho intercambios en Alemania y en México y después de recibirse se fueron", relata. Y añade que "En este país no veo chances de crecer o tener un sueldo como corresponde. Me encantaría emigrar cuando me reciba".