23/04/2025
En una emotiva escena durante el funeral del Papa Francisco, Sor Geneviève Jeanningros, una monja francesa de 81 años, se acercó al féretro del Pontífice, rompiendo el estricto protocolo que solo permitía el acceso a cardenales y obispos. Este gesto simbolizó una amistad de más de 40 años y una vida dedicada a servir a los más vulnerables, incluyendo comunidades trans y feriantes en las afueras de Roma.?
Una despedida fuera del protocolo
Durante la solemne ceremonia de despedida del Papa Francisco, una figura destacó entre la multitud: Sor Geneviève Jeanningros, de 81 años, se acercó al féretro del Pontífice, desafiando el protocolo que restringía el acceso a altos cargos eclesiásticos. Con su mochila verde al hombro, se detuvo, se inclinó en oración y permaneció en silencio durante varios minutos, con lágrimas en los ojos. Ninguno de los guardias suizos la interrumpió, reconociendo la profundidad del momento.?
Una vida dedicada a los marginados
Sor Geneviève, miembro de la orden de las Pequeñas Hermanas de Jesús, ha dedicado más de 56 años de su vida a trabajar con comunidades marginadas en Roma, especialmente con mujeres trans y feriantes en el barrio de Ostia. Vive en una caravana junto a otra monja, Anna Amelia Giacchetto, compartiendo su vida con aquellos a quienes sirve. Su labor ha sido fundamental para facilitar encuentros entre el Papa y estas comunidades, brindándoles apoyo espiritual y material.
Una amistad forjada en la lucha por los derechos humanos
La relación entre Sor Geneviève y el Papa Francisco se remonta a más de cuatro décadas, cuando ella le escribió al entonces Cardenal Bergoglio en 2005, buscando respuestas sobre la desaparición de su tía, Léonie Duquet, una de las monjas francesas secuestradas durante la última dictadura argentina. Desde entonces, mantuvieron una comunicación constante y compartieron el compromiso de acercar la Iglesia a los más necesitados.
Un gesto que trasciende protocolos
El acto de Sor Geneviève al acercarse al féretro del Papa Francisco no solo fue una muestra de cariño hacia su amigo, sino también una representación simbólica de su misión y de la cercanía que siempre cultivó con los más necesitados. A pesar de la rígida ceremonia organizada en torno al fallecimiento del Papa, su acto de recogimiento demostró que el amor y la amistad no entienden de protocolos.
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