Secuelas de los deportes de contacto: Entendiendo la encefalopatía traumática crónica

El mundo del deporte de contacto vive momentos de preocupación e introspección. Investigaciones recientes señalan a las consecuencias cerebrales tardías y adversas en deportistas que han estado expuestos a impactos repetitivos en la cabeza. Deportes como el fútbol americano, fútbol y rugby están bajo el microscopio, con estudios que reportan un alto riesgo de enfermedades neurodegenerativas entre sus exjugadores y en el consultorio de El Bona te vamos a explicar por qué.

En este contexto, la encefalopatía traumática crónica (ETC), una neuropatología vinculada al historial de lesiones cerebrales traumáticas, ha emergido como un hallazgo preocupante en autopsias de ex deportistas de diversas disciplinas de contacto. El rugby, por ejemplo, es conocido por tener altas tasas de conmoción cerebral, oscilando entre 4,1 conmociones por cada 1000 horas de juego en niveles comunitarios hasta 22,2 conmociones en rugby profesional.

La encefalopatía traumática crónica es una enfermedad del cerebro que afecta principalmente a personas que han sufrido golpes o impactos repetidos en la cabeza a lo largo del tiempo, como los deportistas que practican deportes de contacto o personas que han tenido múltiples conmociones cerebrales. Imagina que tu cerebro es como un auto. Con el tiempo, y después de muchos viajes (o impactos), algunas piezas pueden comenzar a desgastarse o a funcionar mal. En el caso de la ETC, estos "viajes" son los golpes en la cabeza y el "desgaste" es el daño que esos golpes causan al cerebro.

Esta enfermedad puede provocar problemas como pérdida de memoria, dificultad para pensar, cambios de humor y comportamiento, y con el tiempo, puede empeorar y afectar la capacidad de una persona para llevar una vida normal. Es importante saber que no todos los que reciben golpes en la cabeza desarrollarán ETC y que la investigación aún está en curso para entenderla mejor. Sin embargo, es esencial tomar precauciones para proteger la cabeza y reducir el riesgo de lesiones cerebrales.

A pesar de la popularidad global del rugby, con cerca de 8,46 millones de participantes activos, se han descrito relativamente pocos casos de ETC entre sus exjugadores. Para profundizar en este asunto, en un estudio reciente publicado en una revista especializada en neurología, se recopilaron y analizaron datos neuropatológicos de exjugadores de rugby de tres bancos cerebrales internacionales especializados en deportes de contacto y salud cerebral.

Los registros de estos bancos cerebrales, ubicados en Estados Unidos, Reino Unido y Australia, se examinaron para identificar casos donde el principal deporte practicado fuese el rugby. En total, se identificaron 31 casos: la edad promedio de fallecimiento fue de 60,4 años y todos, excepto uno, eran hombres. La carrera de rugby promedió 18,3 años, con un reparto equitativo entre posiciones ofensivas y defensivas. Del total, el 74% jugó rugby exclusivamente a nivel amateur.

En cuanto a los hallazgos, se descubrió que el 68% de los cerebros de los exjugadores presentaban ETC. De estos, el 62% había jugado solamente a nivel amateur. Estos datos desafían la creencia popular de que solo los atletas profesionales enfrentan riesgos cerebrales tardíos relacionados con el deporte de contacto.

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Un dato revelador fue que los jugadores con ETC generalmente tuvieron carreras de rugby más largas que aquellos sin la enfermedad. De hecho, por cada año adicional de juego, el riesgo de presentar ETC en la autopsia aumentaba aproximadamente en un 14%.

Es crucial destacar que, si bien el historial de lesiones cerebrales traumáticas con pérdida de conciencia y/o conmoción cerebral era común entre los casos con ETC, este no difería significativamente en comparación con los casos sin ETC.

El estudio, sin embargo, posee limitaciones, ya que la muestra representa cerebros donados específicamente para investigación. Aun así, el hecho de que se encuentre patología de ETC en cerca de dos tercios de los exjugadores de rugby examinados es consistente con hallazgos en otros deportes de contacto.

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De manera intrigante, aunque el rugby se profesionalizó en 1995, la mayoría de los casos examinados se identificaron como amateurs, lo que sugiere que el nivel de participación no necesariamente ofrece protección contra el desarrollo de patologías neurodegenerativas.

En conclusión, el estudio arroja luz sobre la preocupante asociación entre la ETC y el rugby, particularmente vinculada a la duración de la carrera deportiva. Estos hallazgos refuerzan la necesidad de reducir la exposición a impactos repetitivos en la cabeza y el riesgo de lesiones cerebrales traumáticas en todos los deportes. Es un llamado a la acción para todos los implicados en el mundo del deporte.

Por Dr Nicolás Gonzalez

MN126.909

@drnigonza