Elecciones 2023: la participación más baja desde el regreso de la democracia

Quizás sea por el hartazgo, la falta de un candidato que genere convencimiento o por el desgano, pero una gran parte del electorado argentino decidió no participar en las elecciones presidenciales de este domingo en todo el país.

Según los datos difundidos por la Cámara Nacional Electoral (CNE), al momento del cierre de las escuelas y centros de votación, el 74% del electorado fue a emitir su voto.

Esto representa un incremento de cuatro puntos con respecto a las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto, cuando el nivel de presentismo fue del 70%.

Sin embargo, la participación de este domingo marca el punto más bajo para unos comicios presidenciales desde el regreso de las urnas, tras el fin del último Golpe de Estado cívico-militar, en 1983. Obviamente, sin contar las mencionadas PASO.

De antemano, la cifra es seis puntos más baja que en las elecciones generales 2019, cuando fue del 80,47% y finalizó con el triunfo del actual presidente Alberto Fernández.

A su vez, también quedó por debajo de lo ocurrido en las generales de 2015, cuando se registró un nivel de participación del 81,07%. En aquel entonces, Mauricio Macri -a posteriori, electo como mandatario- y Daniel Scioli fueron al balotaje.

Para encontrar un número similar hay que remontarse a las elecciones presidenciales de 2007, en las que se impuso Cristina Fernández de Kirchner, cuando hubo el porcentaje de presentismo fue del 76,20%.

Por su parte, en las elecciones 1983 -las primeras tras la dictadura- se dio el nivel de participación más alto de estos últimos 40 años, con un 85,61% de participación y la victoria del radical Raúl Alfonsín.

Por su parte, en 1989 hubo un 85,31% de presentismo del electorado; en 1995 hubo un 80,33%, en 1999 un 82,32%, en 2003 un 78,22% y en 2011 un 79,39%.

El bajo nivel de participación pudo haber tenido su correlato con las fuertes lluvias que hubo en varias provincias. Sin embargo, el malestar del electorado -que, en muchos casos, optó por el candidato "menos malo"- también jugó su papel y se hizo notar.