11/09/2023
por
Julieta Aurilio
Fernando Recalt, más conocido como Turbo, tiene 46
años y es oriundo de Temperley, partido de Lomas de Zamora.
Su casa pareciera la de cualquier otro vecino, pero al adentrarse,
puede descubrirse al fondo, en su patio, un imponente y único Skatepark
"Primero surgió como un proyecto familiar ya que patinó
con mis dos hijos valentino de 19 y Vera de 13 que anda en Quadskate y frente a
la necesidad de un lugar donde practicar el deporte en la zona ante la falta de
lugares cerca. En Lomas de Zamora todavía seguimos esperando un parque público",
cuenta Fernando en charla con El Bonaerense.
El proceso del diseño del parque fue surgiendo de a poco, según cuenta. "En un principio la idea era hacer un mini ramp pero entre mis hijos y yo nos fuimos entusiasmando y gano la idea de hacer un pozo donde había un hermoso jardín para hacer un bowl de concreto", explica.
Y agrega: "El diseño salió de jugar con las alturas del borde
para lograr una superficie más amplia para ganar velocidad, a eso le sumamos
una extensión vertical y dos wallride que permiten entrar o salir del bowl a
gran velocidad"
Fue al año siguiente que fueron agregando más cosas, para ganar velocidad y así llegar finalmente a una rampa estilo "rainbow"
Así fue como empezaron a ir al skatepark otros skaters de la zona y amigos con hijos que no patinaban y de a poco se iban animando. "Esto me llevó a abrir la escuelita de skate para niños en la que algunos padres al ver a los hijos también se motivaron y se sumaron adultos la escuelita", cuenta Fernando.
"El skate es un deporte hermoso la competencia es con uno
mismo y el sentimiento de grupo y de apoyo que genera es increíble. Me da mucho
placer ver a una persona que pensaba que no se iba animar y en unos meses está tirándose
de la rampa y empezando con trucos o maniobras, tenemos grupos de niños
adolescentes y adultos que aprendieron a patinar acá y eso me llena de orgullo",
expresa el vecino.
Su amor por el skate nació allá por los 80 con ese primer
boom de las patinetas que eran distintas al skate actual, con un tamaño más
grande.
"Fue que con un grupo de amigos que salíamos a patear la
calle y armar rampas de madera para saltar en alguna calle cortada o ir a
alguna esquina con escalera para medir la valentía de aquellos años, cabe
destacar que el skateboarding en sus inicios no era bien visto y teníamos que
andar escapando de los encargados de edificio o algún que otro patrullero",
recuerda Fernando.
Y agrega: "Siempre trate de seguir patinando, ahora es un
momento muy especial con todas las pistas públicas que se están haciendo, mucha
gente se está sumando y animando a patinar porque no tenes que ser el mejor del
mundo para disfrutar el skate solo con sentir el viento en la cara y la
sensación de libertad es suficiente, patinar es algo que se disfruta desde el
primer momento, en cualquier nivel y te puede cambiar la vida o ayudar a que
sea más divertida"
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